viernes, 12 de octubre de 2007

¡Al estadio no voy más, Ni huevón!

q Un Iluso
La historia que se repite

“Otra vez la misma historia”. De nuevo nos encontramos de cara a una eliminatoria mundialista. Otra vez los medios cubren cada segundo, cada frase y cada movimiento de la selección. Coca-cola nos vuelve a bombardear con sus comerciales. La pegajosa cancioncita -hecha solamente para subir los ánimos en los entre tiempos- vuelve a salir. Por todos lados la gente viste la blanquiroja, o saca del closet la –ya desteñida seguramente- camiseta de “Te amo Perú”. Según se dice, esta selección esta para lograr la meta de clasificar al tan ansiado mundial y hasta –quien sabe- poder hacer un buen papel allí. Por lo que se, tenemos buenos jugadores que inclusive juegan en las mejores ligas del mundo. Tenemos un técnico responsable –que no hará cagadas como el anterior al menos- y que además inspira confianza y brinda la motivación necesaria a los jugadores. La esperanza se respira en todos lados. El “Si se puede” empieza a escucharse entre la multitud. Como dijimos al principio: “Otra vez la misma historia”


Dejémonos de estupideces y seamos claros. Desde que tengo uso de razón, desde que pude reconocer que existía una selección nacional, y que esta jugaba contra otras selecciones del continente, desde ese día no he podido sentirme orgulloso de ella. Tengo 18 años de existencia, 18 años sin gloria para el fútbol nacional. Solo alguno que otro triunfo esporádico, alguna que otra hazaña sin gloria que nos crea una falsa esperanza; nacida solo para después ser destrozada -sin piedad- por los siguientes resultados. Mis eliminatorias vividas siempre han empezado con un iluso “Si se puede”, y todas han terminado con un crudo “es matemáticamente es posible”. Y es que siempre han sido lo mismo. La historia se ha repetido una y otra vez como si fuese un drama circular. Si no fuera tan realista, me atrevería a decir que a la selección la persigue un cierto dejá vu, un mal karma, una falla en la matrix, un mal de ojo o lo que sea. ¿Será la mala suerte lo que nos persigue? ¿Será que deberemos siempre, como dicen algunos comentaristas, vivir del recuerdo de nuestras glorias del pasado? ¿O es algo pasajero?


¿Quien tiene la culpa de todo esto?

En la búsqueda de respuestas a las interrogantes, he llegado a pensar en primer lugar que los jugadores que tenemos son una ilusión creada por algún genio maligno. Les va tan bien en el extranjero, reciben tantos elogios fuera que me parece extraño que no hagan goles por la selección. ¿Será que en verdad son malos? Aun vive en mi recuerdo la mentada de madre nacional que se le dio al “Negro Mendoza” al fallarse esa oportunidad de gol. Recuerdo que aun queremos olvidar los peruanos. Pero por el otro lado tenemos jugadores que se han hecho un lugar en las ligas “top” por el buen desempeño –que aun mantienen- en la selección. ¿Será entonces que no se rajan por la camiseta? Pizarro es imagen recurrente. Sin embargo, resultaría contradictorio para el caso de cualquier jugador el simple hecho de no querer ir a un torneo mundial; sabiendo que participando en él su cotización en el mercado –y por lo tanto, su sueldo- se dispararía considerablemente. ¡¿Si no son malos y tampoco son pecho-fríos, entonces que demonios pasa?! Todo el mundo sabe que hasta un equipo de cojos puede ganar lo que sea con una buena dirección. Cito solamente a Grecia y su campaña en la Euro copa. Say no more. Entonces ¿Será que hemos tenido malos técnicos? Popovic, Maturana y Autori son técnicos de primer nivel. Todos ellos llegaron a la selección con un background impresionante. Popovic llegó tras haber alcanzado con un equipo chico de Rusia –hoy llamado “estrella roja”- la difícil y competitiva liga de campeones de Europa. Maturana llevo también a un equipo chico de Colombia a alcanzar el trofeo de la Copa Libertadores. El caricaturizado Autori, por su lado, se dio un paseo en el torneo local dirigiendo a Cristal y después a Alianza. Los últimos técnicos han sido verdaderos ganadores, que a su –y tal vez nuestro- pesar, tuvieron la mala suerte de dirigir a una selección como la nuestra. Una vez sacados de su cargo, dirigieron otros clubes y -como en el caso de Autori dirigiendo al Sao Paulo brasilero- siguieron ganando títulos y campeonatos importantes. Por lo menos ellos tres fueron sacados por la puerta falsa, de la peor manera, y aun a mitad de la eliminatoria; todo por la culpa de unos inescrupulosos dirigentes, que por no soportar la presión social y no creer en procesos –solo en vanos triunfalismos- optaron por la salida mas facilista. ¡Hey! Bingo, Eureka! Ahí lo tenemos. Hemos descubierto parte de la gran respuesta. ¿Quiénes tienen la culpa? ¿A quienes tendríamos que echar cuando pierde la selección? Pues nada más y nada menos que los inefables dirigentes.



Pero los dirigentes no son los que juegan los partidos, ellos no comandan la estrategia ni hacen los goles diría el hombre de a pié. Esto es cierto en parte. Sin embargo, que un jugador peruano no pueda correr los 90 minutos, que no pueda cumplir correctamente su función en el campo, inclusive que no patee adecuadamente un penal, eso señores no es culpa totalmente de los jugadores, eso pasa indudablemente por la pésima gestión dirigencial de los últimos 15 años. ¿Dicen que empiezo a divagar? ¿Qué hablo cualquier cosa? Si es así, si la cosa no queda clara aun, entonces les explicare lo básico.

Las tres leyes basicas para ir a un mundial


Existen leyes estrictas para cualquier selección que desee ir a un mundial; cual sea el país que se fije como meta ir a un mundial debe de por lo menos cumplir con una de las leyes. La primera ley básica pasa por un adecuado trabajo en las canteras, con las selecciones de menores de cada club o academia. Estas –en la teoría- deberían de tener un esquema de trabajo estricto con los menores, apoyar a las jóvenes promesas de pocos recursos agenciando becas, ocupándose de la alimentación y manutención de ellos y no centrándose solamente en el juego de los muchachos. Lo que le corresponde a la dirigencia es crear un espacio donde los muchachos puedan competir, tener roce y ganar experiencia a nivel nacional e internacional. La dirigencia debe organizar giras internas y externas, apoyar a los clubes que necesiten de apoyo y de ahí crear la base para la futura selección nacional de menores. Sin embargo, a nuestra dirigencia esto le importa un comino. En Argentina un jugador de las divisiones de menores juega al menos 4 campeonatos al año, tanto dentro como fuera del país; en cambio, en el pobre Perú, ese mismo muchacho solo juega 1 campeonato solo nivel departamental, y si es que tiene suerte, jugará uno que otro partido de práctica en otro departamento. En el Perú –en palabras de JJ. Ore y el profesor Pavoni- solo existen 4 clubes con un trabajo de menores responsable: la U, Alianza, Cristal y Cantolao. De 4 equipos no cabe duda que no se pueden conseguir jugadores para las sub. 15, 17 o 20 con el suficiente roce y experiencia. De ahí los nefastos resultados conseguidos –en años pasados- en esas categorías. Pero la dirigencia no hace mucho para resolver esta situación. En vez de apoyar y crear campeonatos, organizar giras internacionales, apoyar a los clubes de bajos recursos en sus canteras, etc. Esta más pendiente en que salga “el maradonita” del arenal, en vez de crearlo con esfuerzo y trabajo. Tienen los recursos para hacerlo, sin embargo están a la expectativa de la inversión privada para que se encargue de ello. Por eso nuestros jugadores no corren los 90 minutos, no marcan como deberían, y –como impresión personal- se mueren de los nervios en los torneos internacionales. Say no More.

Otra ley básica es tener un campeonato local competitivo. El campeonato local impone la tendencia del juego del país. En Italia, la rudeza de los medio campistas y las férreas defensas de los clubes impusieron el “Catenaccio” de la selección de ese país. De la misma manera, el “Jogo bonito” y los goles de fantasía en Brasil imprimieron la identidad de los artífices en el equipo. Pero para que esto pase, se necesita como he mencionado de un campeonato local competitivo en el cual –por ejemplo- no se le de favoritismo a los equipos, se juegue siempre de igual a igual, los árbitros imparciales sean la regla, se respete a los jugadores y sobre todo que se les exija dar más. Mientras escribo esta ultima línea, me parece que la realidad que expongo es la que más se aleja de la realidad nacional. No sólo tenemos un campeonato de pobre nivel, con jugadores mediocres o juveniles sin la formación adecuada, sino que sumado a ello tenemos pésimos arbitrajes, jugadores impagos y clubes con privilegios. Y esto sigue siendo problema dirigencial. Si tuviéramos un buen trabajo de menores, estos llegarían con un nivel adecuado para jugar localmente, y de ahí si se puede, ser llevados a ligas más competitivas en el extranjero. Si a la federación le importara el torneo local, no brindaría beneficios a sus “clubes preferidos”, se preocuparía por elevar el nivel de los arbitrajes y sobre todo aplicaría sanciones a los clubes con jugadores impagos. Ahora veo el acontecer del torneo y no puedo evitar reconocer la mediocridad de nuestro fútbol; estadios vacíos por el pobre juego, clubes a los que ya no les importa jugar porqué este año no habrá descenso, corrupción arbitral, etc. Que mas decir, damos vergüenza internacionalmente. Nuestros supuestamente clubes grandes, los cuales brillan y acaparan el torneo local, son las “cenicientas” de los torneos internacionales; solo menciono la desastrosa campaña a de Alianza “cero puntos” en la libertadores. Esto demuestra nuestra pobre competitividad. Say no more again.

Por ultimo, la tercera ley básica es la que nunca ha sido siquiera tomada en cuenta por los dirigentes de la federación. Ha sido olímpicamente ignorada y despreciada por ese grupo de arribistas. Se llama “trabajo a largo plazo”. Que no se preocupen por las divisiones de menores y que se hagan los “de la vista gorda” con respecto al torneo local puede ser contemplado; han podido –o pueden- haber problemas que no hayan sido de dominio publico con respecto a esos temas, y que de alguna manera los excusen. Sin embargo, no creer en una continuidad, en un trabajo conciente y una determinada filosofía de juego, no solo una vez, por los últimos 20 años es el mayor pecado de la dirigencia. Un seleccionado nacional no se crea de la noche a la mañana, este debe de pasar por un trabajo del técnico, el cual debe de incentivar la motivación en el grupo, analizar el juego de cada uno de ellos y conocer a fondo lo que puede o no puede hacer. Eso no se da como acto milagroso, el técnico nunca va a ser el dios que corregirá los defectos de los jugadores y cambiará la historia futbolística de la nación. No, el técnico no es el Mesías. Una meta como la que se plantea teniendo un equipo con el nuestro, apréndanlo bien, es un PROCESO que se debe respetar. Los dirigentes –como he mencionado- solo optan por la opción más fácil. Cuando los malos resultados llegan, en vez de ser coherentes y ratificar al técnico en el cargo, prefieren sacarlo por la puerta chica y presentarnos a otro “falso Mesías”. Las selecciones ganadoras, las que admiramos, idolatramos y matamos por sus figuritas del álbum Navarrete, esas selecciones se caracterizan por tener un trabajo conciente a largo plazo. Alemania, la selección que más veces ha estado en las finales de los mundiales, tiene un trabajo ejemplar con los menores, un campeonato de los más competitivos del mundo y sólo 4 técnicos en los últimos 30 años. En cambio, en el Perú, los dirigentes, además de no haber hecho nada por las dos primeras “leyes básicas”, han sido tan inseguros que hemos tenido más de 9 técnicos solamente en los últimos 10 años. Cosas que solo pasan en el Perú señores.

El Perú ¿Condenado a perder siempre?

Como conclusión, el Perú si no hace algo desde arriba estará condenado a siempre perder. Si todo sigue así lo único que podrá esperar el hincha son milagros. Lo único que podemos esperar de los jugadores es la garra, el empuje; de eso salieron los “Jotitas”. Ellos valieron por su empuje personal mas que por un verdadero trabajo; eso señores, duela a quien le duela, fue un milagro que difícilmente se repetirá si la situación sigue así. Muchos me podrán criticar que la cuestión pasa por un factor socioeconómico: no hay inversión, no hay plata, los muchachos no se alimentan bien, por lo tanto no juegan bien. Eso es falso hasta en toda su expresión. Esta demostrado de donde hay intención hay voluntad, y donde hay voluntad hay hechos. Costa de Marfil, un país desangrado por una cruenta guerra civil, sumido en la más profunda pobreza, y del que se solo se sabía por “Didier Drogba” (jugador del Chelsea inglés), este –además- pequeño país pudo clasificar al mundial, dejando atrás a los “monstruos” africanos como Nigeria y Camerún. Todo esto porque se tuvo fe en un trabajo de menores, se concertó incentivos a los futbolistas y sobre todo porque se tuvo una meta clara. Al parecer, nuestros dirigentes solo tienen la voluntad de recibir la plata.


Con mas improvisacion que el Estado
Viendo como están las cosas en nuestro país, con el mismo trabajo mediocre de siempre y con un equipo –tenemos que decirlo con todas sus letras- IMPROVISADO; solo un milagro nos hará clasificar. Chemo no es todopoderoso, tampoco el salvador de la nación. Tenemos que tener en cuenta cuando empiecen a llegar las derrotas que este entrenador esta haciéndose cargo de una selección sin poder trabajar lo suficiente. Sólo ha tenido dos partidos de práctica, pocos días de trabajo con los jugadores, y para colmo de males, bajas importantes. Por el lado de los jugadores, ellos harán lo que puedan. Existe una innegable diferencia abismal entre el nivel los jugadores internacionales y los locales; nunca se podrá esperar de Jayo corra, marque y contribuya al juego como Solano; lo mismo entre Maestri y Guerrero. Al parecer, la historia se va a repetir otra vez. Por ello, he de emitir mi voto de desconfianza a esta eliminatoria. Apoyar a la selección seria apoyar a la gran mentira de los dirigentes, seria como ratificar su pobre trabajo y valorarlo como”bueno”. Pues he de expresar, en letras mayúsculas, ESTO ES UN ENGAÑO. Como están las cosas, con “dirigentes caviares”, corruptos y sinvergüenzas, clasificar es cosa que solo incumbe al señor de los milagros y a nadie mas. No hay trabajo conciente, ergo, no habrá mundial. Al mundial van los mejores, y nosotros no lo somos ni de lejos. Lo único que se hace es entusiasmar al hincha con un iluso “Si se puede”. Como algo personal, agrego que prefiero no ir al mundial, prefiero sacrificarme por dos o tres eliminatorias mas, con tal de que al final de ellas la clasificación sea un simple transito y la verdadera meta sea ganar el campeonato. Ese es una verdadera meta, no una mediocre como simplemente “clasificar”. Pienso no ir al estadio, intentar no ver los partidos por la tele, vestirme de luto cada partido y no celebrar ni una victoria. No pienso engañarme con el mito romántico del Perú en el mundial. Me mantendré al margen y sólo reiré socarronamente en mi mente, cada vez que encuentre algún iluso gritando “si se puede”. Esta vez la historia tendrá algo de diferente.


Que Burga se haga cachar.

Foto para mantener la autoestima



Para los no informados, aqui esta la conchudez hecha persona. Veanlo.

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